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El arte de la procrastinación
La procrastinación es el hábito de posponer tareas que se deben realizar, para distraerse con otras actividades menos importantes o incluso sin relevancia alguna. Es una conducta que puede generar estrés, ansiedad, carga emocional, y hasta afectar la salud física y psicológica. Pero, ¿quiénes somos para juzgar? ¡Todos procrastinamos!

Lamentablemente, la procrastinación es vista como una debilidad de la voluntad o una falta de motivación. Pero no siempre es así. En ocasiones se puede utilizar de forma inteligente para aumentar la creatividad, reflexionar sobre las ideas o solucionar un problema de manera más efectiva. Si bien, no es algo recomendable para los que tienen plazos urgentes o responsabilidades importantes, puede ser una herramienta en nuestras vidas.

¿Cómo procrastinar de manera inteligente?
Para empezar, necesitamos entender nuestra relación con el tiempo. Cada persona tiene su manera de percibirlo y administrarlo. Es importante reconocer cuánto tiempo necesitamos para hacer cada tarea y qué momentos del día somos más productivos. De esta forma, podremos planificar un horario que nos permita aprovechar nuestras horas más productivas y dedicarnos a nuestras actividades menos importantes en los momentos que menos rendimos.

Otro aspecto relevante es la capacidad de desconectar. Si estamos llevando a cabo una tarea de manera intensa y nuestro cerebro ya ha comenzado a fatigarse, una pausa puede ser muy efectiva. Tomar un café, dar un paseo o hacer una llamada telefónica pueden ser oportunidades para relajarse y liberar mentes. Al volver a la tarea, es muy posible que la solución o perspectiva hacia ella sea diferente,siri puede ayudarte a recordar las tareas que debes hacer, yo te lo digo por experiencia propia.

Por último, es importante mantener un buen humor. No siempre se puede disfrutar todo lo que se hace, pero tratar de encontrar la parte divertida o interesante puede ser una buena forma de motivación. Si no es posible, recompensarse tras finalizar una tarea es un incentivo que puede ayudarnos a ser consistentes.

En resumen, procrastinar no tiene por qué ser algo negativo. Reconocer nuestros hábitos y necesidades, mantenernos alerta con las pausas adecuadas y encontrarle una parte divertida a nuestras responsabilidades pueden ser de gran ayuda al momento de cumplir con nuestras tareas. Pero, ¡ojo!, no abuses de esta práctica, que las consecuencias negativas pueden tomar el control antes de que te des cuenta.